domingo, 16 de agosto de 2009

Epistola al ser amado




EPISTOLA AL SER AMADO

Esta madrugada, he sentido un deseo inmenso de levantarme y bajar a palabras la fuerza del polvo cósmico que me lleva asido entre hilos de plata. Esa fuerza, poco a poco se apoderó de mí hasta envolverme en un torbellino de inmensidad y armonía con la totalidad del universo. Cuántos millones de segundos habrán pasado en mi vida sin sentir esta sensación de plenitud. El milagro se ha venido dando de forma natural, lenta y finamente como muelen los molinos de Dios, hasta permitirme verlo sin susto alguno, aunque si con el asombro de sentirme parte de una sola energía, de un solo origen, propósito y fin. Veo muchos caminos, métodos y formas pero todos confluyen en la capacidad de sentir amor hacia todo y todos los que compartimos esta existencia. Al principio todo era color pastel, observaba los matices sin poder distinguir los entornos, pero luego empezaron a brillar las formas y a hacerse más lucidas y fáciles para los sentidos. Aparecieron en un círculo cromático que no se estudia en ninguna escuela de arte, ni puede verse con ojo alguno que no sea el del corazón. Son colores que se huelen, se pueden tocar y sentir, casi hasta jugar con ellos como si fueran plasticina y uno se deleita y puede atraerlos hacia sí y dejarlos ir a voluntad. Se puede viajar con ellos a través de los árboles y las estrellas en un ir y venir infinito hasta quedar saciado en un océano de sentimientos, imaginables e inimaginables. Esa sensación me aborda cada día con mayor intensidad y frecuencia. Es como haber encontrado un cofre en donde sacas y sacas diamantes y el siguiente es siempre más bello y brillante que el anterior. Y, si uno insiste y decide cada día aumentar la cuota de amor hacia todo lo que nos rodea, los diamantes se convierten en objetos luminosos que aún no se les conoce nombre, puedes penetrar a través de ellos y sentirte parte de su propia esencia, no los observas sino que te haces uno solo con su belleza. Esa es la sensación más cercana que tenido para comprender la existencia del alma. Empieza a volverse clara a los ojos de la fe. Ahí encuentro la respuesta a todas las preguntas hechas y las que aún no han sido. Es un sólo amor convertido en sentimiento hacia todas las cosas, los seres vivos, los familiares y las personas que están cerca nuestro, todo, todo, todo, es simplemente amor universal. En algunas oportunidades tenemos la impresión de que a algunas personas o cosas se les ama con una intensidad diferente. Será la costumbre, o el temor al desprendimiento, o esa sensación de posesión o propiedad con que a veces encubrimos lo más puro de nuestros sentimientos. Por ello no debemos claudicar en nuestra lucha por encontrar la esencia y la perfección de la manifestación del amor. Amar no es correr tras el ser amado para impedirle que sus ojos observen el universo entero y no solo el suyo propio. No es tampoco atraparlo como a un colibrí en una jaula, observando como destroza sus alas en los barrotes de oro. Amar es buscar el milagro del deleite del vuelo libre del ser amado cuando atraviesa el viento con la ligereza de la gaviota y la suavidad de una paloma. Ese es el amor que siento por ti y es así porque te siento parte de mi propia vida. Tu vuelo es mi vuelo, tus lágrimas las mías, crezco en tus experiencias. Mi mayor miedo a las enfermedades es la sensación de sufrirlas sin tenerte a mi lado, es la misma sensación de soledad que me produce volar entre las estrellas, sin tenerte asida a mi mano. Me siento maravillado cuando te observo subir y subir cada vez más alto y más lejos, al punto que una parte mía siente vértigo al observar el horizonte desde tu altura, como igual siento la caricia del mar en tu piel, o el agradecimiento infinito a quien te cuida en mi ausencia y te cobija con su paz. Por eso sé que te amo en cada paso que das, en cada niño que se acerca a ti con la esperanza de encontrar el cariño que no tiene en su hogar, en cada gesto, en cada suspiro, en tus dudas, en tu crecimiento, en tu placer, en tu inmensa capacidad de aprehender y de actuar, en tu incapacidad de caer en la mentira, en fin, amo tu existencia porque es parte indisoluble de la mía.

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